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La Cultura de Inocuidad… podemos y debemos demostrarla
23 de febrero de 2021
Una Cultura de Inocuidad deficiente, es normalmente la causante de las desviaciones de inocuidad de los principales procesos, que termina en afectación a la salud pública y en grandes impactos negativos sobre las finanzas de la organización involucrada.

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Cultura de Inocuidad, no tan simple como pensábamos
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Poco a poco, hemos ido explorando, comprendiendo y aplicando herramientas de diagnóstico, desarrollo y medición para la Cultura de Inocuidad dentro de los SGIA.
Nos hemos sorprendido del alcance que abarca la Cultura y de cómo, en la mayoría de las organizaciones, el trabajo apenas comienza.
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Al inicio de la inclusión de este requisito adicional por FSSC 22000 en su versión 5.1, se creyó estar ante un requisito más que podría ser fácilmente abarcado, con programas de capacitación al personal.
Pero esto es muy alejado de la realidad, ya que la Cultura de Inocuidad ha sido definida como el conjunto de acciones y hábitos que demuestran el nivel de involucramiento y pertinencia que se le brinda a la inocuidad, desde todos los actores en la organización. Ya esto cambia el panorama.
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Esto quiere decir, que la Cultura debe ser algo que vivimos en el día a día, como lo son nuestros hábitos personales. Es decir, acciones que ejecutamos porque creemos en ella, más allá de contar con vigilancia continua que nos obligue a hacerlo. Esto nos abre los ojos y nos permite comprender… no podemos seguir dando órdenes y vigilando que las mismas se cumplan sólo por ser órdenes. Si como líderes no logramos que nuestro personal crea en la importancia de la inocuidad y su rol en la contribución del cumplimiento de esta, sólo estaremos jugando a “policías y ladrones” por mucho tiempo y apenas nuestra mirada se ubique lejos de los procesos, éstos volverán a su rol habitual y habremos gastado recursos en crear un espejismo irreal, no una Cultura de Inocuidad.
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El mensaje de Inocuidad debe ser claro en todos los niveles. Es decir, los requisitos de ingreso y de inocuidad dentro de un proceso productivo deben ser cumplidos por el personal operativo; así como cualquier externo; aún el Gerente General o dueño de la empresa.
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¿Lo que predicamos, es igual a lo que hacemos?
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Antes, los procesos de auditoría podían enfocarse en hallazgos puntuales por incumplimiento de BPM, ahora varios incumplimientos asociados a este tema; nos pueden generar una única no conformidad en relación con la Cultura de Inocuidad. Es decir, no bastará con ordenar el área, limpiar correctamente, rotular los químicos de forma adecuada… esto serán sólo “apaga fuegos”, que ya han demostrado que no fortalecen la Cultura.
No podemos defender una Cultura de Inocuidad, porque contamos con un SGIA certificado o con planes de capacitación hace muchos años. Se ha demostrado, que existen organizaciones donde el SGIA funciona por el esfuerzo de un grupo pequeño de personas que nadan contracorriente por años para lograr respirar en poco segundos y sacar adelante una certificación. Pero la Cultura de Inocuidad, debe demostrar que esto es un compromiso real de todos los participantes de la organización, sin importar su puesto dentro de un organigrama.
La capacitación seguirá siendo vital en fortalecer nuestra Cultura, pero debemos entender que el enfoque debe evolucionar a no sólo encomendar a las personas lo que deben hacer y cómo, sino explicando el por qué las actividades deben gestionarse de cierta manera. Como seres humanos, respondemos mejor cuando nos sentimos apreciados, se nos explica de forma clara y se nos hace entender el por qué es importante.
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¿Cómo lo logro?
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En este punto, muchas organizaciones analizan por dónde empezar con un tema novedoso y a la vez confuso.
Tips de éxito que siempre nos funcionarán serán:
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Realizar un diagnóstico de Cultura de Inocuidad para tener clara mi realidad, para saber hacia dónde trabajar y enfocar los esfuerzos y recursos
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Implementar medidas de fortalecimiento de la Cultura, según les necesidades detectadas
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Entender que el principal compromiso, debe ser de la Alta Dirección y las jefaturas de mandos medios. No podemos estar enviando mensajes confusos o que demuestren poco involucramiento.
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Medir todos nuestros resultados. Realmente estamos logrando el objetivo de fortalecer la Cultura o no. Debemos ser totalmente honestos.
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La Cultura la debemos vivir, es decir, no importa si hay muchísima producción o una posibilidad de negocio altamente rentable, no podemos sacrificar la inocuidad ni comprometerla.
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Las necesidades de Cultura no las podemos definido sentados como Equipo de Inocuidad. Debemos preguntar también a diferentes partícipes, ya que la realidad de la Inocuidad dentro de una organización puede ser percibida de forma diferente según nuestro rol.
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El concepto de Inocuidad y lo que queremos lograr con ella, debe ser claro para todos.
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Los mensajes de inocuidad deben cambiar, y dejar de ser ambiguos tales como “la inocuidad está en las manos de todos”. Este mensaje no detalla de forma clara que se espera de cada participante.
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El uso de refuerzos positivos y negativos, serán decisivos para el cumplimiento de los objetivos.
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Cada persona debe contar con los recursos de conocimiento, competencias y herramientas de trabajo para desempeñarse como lo esperamos.